Fecha de publicación: 2024-11-20 16:35:05
La creación de deepfakes es posible gracias al uso del aprendizaje profundo, una subdisciplina de la inteligencia artificial. Este método permite a los algoritmos “aprender” patrones complejos en grandes conjuntos de datos, y con el tiempo, replicar esos patrones para generar contenido similar. La tecnología se popularizó en 2017, cuando los primeros videos falsos creados con deep learning comenzaron a circular en internet, y rápidamente ganó atención por su potencial para crear imitaciones convincentes de figuras públicas, celebridades y cualquier persona cuyo rostro y voz puedan ser capturados digitalmente.
Los primeros deepfakes se crearon mediante algoritmos de intercambio de caras, utilizando videos o fotos de referencia de una persona para reemplazar su rostro en un video preexistente. Con el tiempo, la tecnología evolucionó, y los algoritmos se volvieron cada vez más precisos, capaces de replicar con exactitud no solo las características faciales de una persona, sino también sus expresiones, gestos y hasta su voz.
Existen varios tipos de deepfakes, cada uno con aplicaciones y desafíos únicos. Los más comunes incluyen:
Videos Deepfake: Estos deepfakes implican la creación de videos manipulados en los que se intercambian rostros o se modifican expresiones faciales y gestos. Este tipo de deepfake es el más conocido y, a menudo, el más preocupante debido a su capacidad para presentar a alguien en situaciones comprometedoras o incluso peligrosas.
Audios Deepfake: La tecnología de deepfake también puede replicar la voz de una persona. Mediante el uso de grabaciones de audio de referencia, los algoritmos pueden “aprender” el tono, ritmo y cadencia de una voz y luego replicarla. Esto se ha utilizado en contextos de fraude, donde los estafadores crean audios falsos que parecen ser de una persona de confianza.
Imágenes Deepfake: Aunque menos complejas que los videos o audios, las imágenes deepfake también son comunes. Estas manipulaciones pueden reemplazar rostros en fotos o cambiar expresiones faciales. A menudo se utilizan en redes sociales o en campañas de desinformación.
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